lunes, 28 de marzo de 2011

Un día como todos los demás (Por Nicolás Bronzina)

Y ahí estaba, sentado en el bar de la esquina de casa. Las agujas del relój no se movían como de costumbre. Son las 18:55 p.m.; Gente que va y viene, y me pregunto qué será de sus vidas? A dónde irán? de dónde vienen? Me pongo a divagar inventando historias sobre aquellas personas. Vuelvo la vista al relój y veo que tan solo pasaron dos minutos. 18:57 p.m.; Me prendo un cigarrillo. El humo que se desprende va formando figuras en el aire. Tomo un poco de café. Allí viene. Entra, me ve y se sienta enfrente mío. Nos quedamos unos minutos en silencio. No sabía como empezar. Me sientía un poco nervioso. Tomé otro sorbo de café. Eran las 19:03 p.m.; Rocchia y Juárez, quienes habían logrado dos tantos en la  final contra Quílmes, eran entrevistados en la televisión. Tomé impulso. "Qué te gustaría tomar?", "un vaso de agua si esta bien" me respondió. Seguía sin saber que decir. De repende, ella empezó a hablar. Hablaba y hablaba y yo, la miraba. Su pelo castaño y ojos de un color negro azabache me hipnotizaban. Charlamos un poco de todo. De ahí fuímos al cine. La acompañé a su casa, me dió un beso y cerró la puerta tras de ella. Me volví para la vereda y comencé a caminar. Era de noche ya y casi todos los locales estaban cerrados. Caminé por un largo rato. Me tomé un taxi y me fuí al departamento que tengo en la calle Esmeralda. Me saqué los zapatos y me recosté en la cama hasta quedarme dormido. Me desperté al día siguiente. Me bañé, cambié y preparé el desayuno. Salí de mi casa. Saludé a Carlos el encargado y me fuí a trabajar. Un día como todos los demás...

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